jueves, 25 de abril de 2024

DOS COMUNICADORES QUE BUSCARON AFANOSAMENTE LA VERDAD

                                                   Raúl Espinoza Aguilera

Pocas veces vemos en el mundo del periodismo, a dos comunicadores que

dejaron de lado “el qué dirán” para ir tras la Verdad.

Ellos son el periodista alemán, Peter Seewald (nacido en 1954 en Bochum) y el

comunicador italiano Vittorio Messori (nacido en Sassuolo en 1941).

El primero se afilió a diversos grupos marxistas-leninistas alemanes de los años

sesenta. Y Messori procedía de centros de formación masónicos teniendo como

bandera las ideas de la Ilustración de la Revolución Francesa en la que se

consagra a la “diosa razón” y, posteriormente, se convirtió en un ferviente seguidor

del Positivismo, corriente de pensamiento fundada por Auguste Comte, en que

proponía que la Religión estaba superada y que el hombre se encontraba en un

estadio superior.

Seewald funda un semanario de extrema izquierda y abandona todo contacto con

la Iglesia Católica. Posteriormente, en los años ochenta, fue nombrado director de

“Der Spiegel”, luego fue reportero de “Stern”. En 1990, se trasladó a la revista del

diario “Suddeutsche Zeitung”.

Cuando sus colegas en los medios de comunicación donde había trabajado, se

enteraron que Seewald estaba en plena búsqueda de Dios, de inmediato vinieron

las críticas, como: “se trata de un trastorno mental”, “perdió la sensatez”,

“terminará en una clínica psiquiátrica”, etc., pero Seewald -consciente de su

decisión- no les hacía el menor caso ya que realmente buscaba la Verdad.

Cierto día, cuando el Cardenal Joseph Ratzinger, era Prefecto de la Doctrina de la

Fe en la Santa Sede, durante el Pontificado de Juan Pablo II, este periodista tuvo

el acto de audacia de telefonearle al Cardenal para solicitarle una larga entrevista.”

Su sorpresa fue mayúscula cuando Monseñor Ratzinger se puso al teléfono y de

la manera más cordial aceptó la cita y, no sólo eso, sugirió tenerla en un castillo de

una orden de religiosos para no tener interrupciones.

Luego tuvieron otra larga entrevista y de ella surgieron los libros “La sal de la

tierra” y “Dios y mundo”. Cuando leí este par de publicaciones, me impresionó el

tono que le dio Seewald a la larga entrevista. Sus preguntas parecían ”bombas” o

granadas las que le lanzaba al Prelado, y se notaba que su actitud de francotirador

eran cuestionamientos que se había hecho contra el cristianismo desde que era

un joven comunista.

No esperaba las respuestas del Cardenal llenas de serenidad, ecuanimidad, y con

un sentido lógico impresionante, propias de un maestro universitario que le había

tocado lidiar con jovencitos comunistas exaltados, como así había sido, en varias

universidades alemanas.

Recuerdo que le soltó la típica pregunta capciosa:

-Monseñor, si usted se dice cristiano, ¿cómo es posible que no conozca a fondo a

la Santísima Trinidad?

Con una sonrisa y de modo muy amable, le contestó:

-Pero Peter, sólo Dios puede conocerse a sí mismo. Si tú o yo conociéramos a

fondo a Dios, seríamos otros “dioses”, lo cual es un contrasentido.

En ese período de tiempo, el entrevistador (Peter Seewald) fue estrechando lazos

de amistad con el Cardenal. Y al concluir, le pidió que fuera su director espiritual

para que le preparara un buen retorno a la fe.

Después de estas entrevistas, el periodista alemán, se convirtió en un biógrafo del

Papa Benedicto XVI y presentador de un importante libro del Papa: “La Luz del

Mundo”.

VITTORIO MESSORI:LA METAMORFOSIS DE UN INTELECTUAL DE

IZQUIERDA

En sus memorias reconoce que vivía como si Dios no existiera, como si la fe fuera

algo indiferente o ajena a él.

Procedía de la anticlerical región italiana Emilia-Romagna y tanto la formación

recibida por su familia como su educación académica se oponían abiertamente

contra la existencia de Dios. Y concluyó que toda la formación catequética recibida

en su infancia eran leyendas o meros cuentos de niños.

Pero cierto día, en la universidad de Turín, un Catedrático les encargó a todos los

que llevaban la misma materia, un ensayo sobre “Pensamientos” del filósofo y

científico Blas Pascal.

En su texto, Pascal cita numerosos pasajes de los Santos Evangelios. Messori se

resistía -por sus prejuicios- a consultar ese libro sagrado que tenía desde hacía

años en su pequeña biblioteca. Hasta tomó la firme determinación que debería

ignorar “el qué dirán” de sus conocidos (profesores, colegas, familiares), ser

honrado en su trabajo de investigación porque se percató que, ante todo, tenía

que encontrar la Verdad en ese libro fundamental.

Así que comenzó a realizar una lectura meditada, con calma, y se percató que una

fuerza interior le estaba pidiendo que hiciera un examen sobre su vida y pusiera

en claro sus errores y aciertos. Lloró por sus faltas a Dios. “Todos mis prejuicios,

mis argumentos contra la fe estallaron en mil pedazos. Fue una experiencia

tremenda y dulce a la vez.”-confiesa Vittorio. Desde entonces, Messori no tuvo

ninguna duda de fe. Había ocurrido dentro de él una metamorfosis interior. En

adelante, se dedicó a difundir el cristianismo, como: “Las Leyendas Negras de la

Iglesia”, “Cruzando en el umbral de la esperanza”, una interesante entrevista al

Papa Juan Pablo II, etc.

lunes, 22 de abril de 2024

¿OJO POR OJO?


Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

“El progreso humano no es automático... Cada paso hacia la meta de la justicia requiere sacrificio, sufrimiento y lucha; los esfuerzos incansables y la preocupación apasionada de individuos dedicados” (Martin Luther King). La justicia es una virtud social por excelencia. No fácil de obtener, pero indispensable para alcanzar la paz. A esta virtud cardinal se refirió el Papa Francisco, y mencionó el Catecismo de la Iglesia Católica que la define como la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido (cf. 1807). Es la virtud del derecho, que trata de regular las relaciones entre las personas con equidad.

Suele representarse alegóricamente por una mujer sosteniendo una balanza, pues su objetivo es "igualar las cuentas" entre los hombres. Su finalidad es que en una sociedad cada uno sea tratado según su dignidad.

2)  Para pensar

Se cuenta que una vez Alejandro Magno administraba justicia. Le tocó el turno a alguien que venía a acusar a su vecino. Alejandro lo escuchaba, pero mientras hablaba el acusador, lo escuchaba con un oído y se tapaba el otro. Al final, su secretario le preguntó por qué hacía eso. El gran conquistador respondió: “Es que el otro oído me lo guardo para escuchar al acusado”.

En efecto, la justicia exige escuchar las dos partes, “las dos campanas”. En antiguos ayuntamientos de Alemania se puede leer la frase que ya usaban los antiguos romanos: “Sea escuchada la otra parte” (“Audiatur et altera pars”). En Francfort en el antiguo ayuntamiento hay un cuadro de Lotario II (muerto 1157) con la leyenda: Audi alteram partem: “Oye la otra parte”.

San Josemaría Escrivá solía decir que para tener una idea completa de la situación es preciso “oír las dos campanas y al campanero”. Pensemos si acaso muchas veces nos quedamos con una sola versión, cayendo en la injusticia.

3)  Para vivir

“En materia de verdad y justicia, no hay diferencia entre problemas grandes y pequeños, ya que los temas relacionados con el trato de las personas son todos iguales” (Albert Einstein). Tratándose de personas, todas tienen tal dignidad que no basta la justicia, pues sucedería como decía Gandhi: “Ojo por ojo, y el mundo acabará ciego”. Es necesario también de la benevolencia, el respeto, la gratitud, la afabilidad, la honestidad…

Por ello la justicia es fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad: en un mundo sin leyes que respeten los derechos humanos, se parecería a una jungla, imperando la ley del más fuerte, y eso no es justo. Porque sin justicia no hay paz, dice el Papa Francisco.

Pero la justicia, no sólo concierne a los tribunales y al Estado, sino que es para vivirla también en lo particular, en lo pequeño: en el hogar, con el cónyuge, con los hijos, los amigos… Establece relaciones sinceras con los demás, evitando la mentira, el falso testimonio, las medias verdades, los engaños que ocultan las verdaderas intenciones. La persona justa es recta, sencilla y directa, no usa máscaras, dice la verdad. La justicia es una virtud para una buena convivencia entre las personas. Necesitamos ser hombres y mujeres justos, dice el Papa, y esto nos hará felices. (articulosdog@gmail.com)

 

LOS "PUNTOS DE QUIEBRE" DE DOS ILUSTRES PERSONALIDADES

 LOS “PUNTOS DE QUIEBRE” DE DOS ILUSTRES PERSONALIDADES

Raúl Espinoza Aguilera

Es común entre los hombres de negocios decir que no tienen ni un solo minuto

para dedicarle a Dios. Como pretexto, suelen decir: “Es que estoy muy ocupado”,

“De mí dependen todos los negocios de este corporativo”, “Si descuido cualquier

aspecto, todo se puede venir abajo o que suframos un colapso”.

Tal es el caso del empresario italiano, Leonardo Mondadori, metido “en cuerpo y

alma” para dirigir “Editorial Mondadori”. Fue un empresario inteligente, visionario y

exitoso. Pero no contaba con un inesperado cáncer de páncreas, que fue

avanzando hasta su muerte, y ése fue su “punto de quiebre” o un profundo

acercamiento a la fe cristiana.

En una entrevista periodística, reconoce que vivía como si Dios no existiera. Y

estaba volcado en buscar sólo su realización profesional y obtener el máximo de

beneficios económicos.

En su vida personal, acepta que era bastante desordenada, con dos matrimonios,

tres hijos divididos. Incluso, en el terreno de las amistades, en una ocasión que

esta empresa editorial pasó por un tiempo de crisis, ocurrió lo típico: los supuestos

amigos desaparecieron.

Así que decide poner en orden su vida afectiva, viviendo la Castidad como el

Señor manda, y comenta que -con humildad- le pidió a ayuda Virgen María que le

ayudara a lograrlo.

Se puso de lleno a meditar sobre su enfermedad, sobre su inminente muerte y

corresponder a su anhelo apasionado que sentía por Dios. Comenzó a asistir a la

Santa Misa, a rezar el Rosario, a conversar con frecuencia con un sacerdote

amigo suyo, para poder confesarse.

Fue cuando tomó le decisión de reconciliarse con su verdadera esposa. Fue un

encuentro emotivo, que duró varias horas, que concluyó con un tierno abrazo.

Acto seguido, pudo recibir a Jesús en la Eucaristía.

Todo ello supuso una metamorfosis interior. Sus familiares y conocidos no daban

crédito al profundo cambio de Leonardo. Y para él fue fuente de una profunda

alegría.

Naturalmente fue objeto de burlas, murmuraciones, críticas, pero este empresario

no les hacía el menor caso. Pero lo que todos notaban en el semblante de

Leonardo -antes adusto y pensativo- era una sonrisa de oreja a oreja. “Como si se

hubiera hecho cirugía plástica”-comentaba un primo de Leonardo.

Cuando le preguntaban la causa de esa alegría, respondía: la Confesión

frecuente. “Si entras al confesionario, al salir, te dan ganas de cantar o de silbar.


En de sus varias operaciones, este empresario, antes prepotente, soberbio,

poderoso, casi invulnerable, ahora se veía en el quirófano solo, con su dolor. Fue

cuando tomó la decisión de unirse a la Cruz de Cristo para que ese sufrimiento

tuviera fecundad espiritual.

Pocos días antes de morir, comentó que se encontraba gustoso de regresar a la

Casa de su Padre-Dios, lleno de serenidad y de paz.

ALESSANDRA BORGHESE, LA ARTISTA QUE APRENDIÓ A MIRAR CON “LOS OJOS

NUEVOS”

Alessandra es museógrafa y especialista en Arte. Procede de una familia que

pertenece a la nobleza italiana. Tiene una posición económica desahogada. Así

que decidió irse a vivir a Nueva York para estar al día en las modas y corrientes

artísticas, conocer a destacados artistas y vincularse a todo ese glamour.

Una temporada que fue a Roma. Conoció a Marco Nesbit, joven rico, bien

parecido y se pusieron de novios. Pero ocultaba su desequilibrio mental. Un día

Alessandra fue al centro porque estaba montando una exhibición de pintura

moderna y casualmente se encontró con Marco, quien conducía un espléndido

automóvil deportivo convertible y de inmediato la invitó a dar una vuelta. Lo cual

Alessandra aceptó complacida. Pero a los pocos semáforos, Marco se puso una

pistola en su boca abierta y le gritó “¡me disparo!”. Ella imaginó que era una broma

y en ese mismo instante se voló la tapa de los sesos. Alessandra, de la fuerte

impresión, tuvo que ser hospitalizada.

Tiempo después, en Nueva York, conoció a Constantino Niarchos, hijo del

conocido magnate naviero griego. El joven era inteligente, simpático, rico, pero

adicto a la cocaína. Se pusieron de novios. Varias veces ingresó en un centro de

rehabilitación. Y después de prometer Constantino dejar la droga, se casaron.

Pero su vida marital era insostenible por las frecuentes recaídas del joven y pronto

se divorciaron. Al poco tiempo, Constantino falleció por una sobredosis de

cocaína.

Alessandra reconoce que internamente estaba destrozada. Buscaba la paz, pero

no la encontraba. Una íntima amiga suya, Gloria Von Thurn, la invitó a ir a Misa.

Aceptó de mala gana, pero fue. Al principio no entendía nada. Pero un día,

empezó a comprender la Palabra de Dios y a recordar muchos detalles de la

formación católica de su infancia. Otro día se animó a conversar con un sacerdote,

quien le propuso que se confesara y comulgara con frecuencia.

Desde entonces, su vida dio “un giro de ciento ochenta grados”. Comenzó a sentir

un intenso anhelo de Dios. Empezó a escribir libros con sus experiencias de

acercamiento a la fe y a dar conferencias sobre el mismo tema en varios países de

Europa. De una vida de glamour, tuvo “un punto de quiebre” y ahora es una

conversa con una intensa vida cristiana. Su dolor se transformó en un intenso

gozo.

lunes, 15 de abril de 2024

MEJOR QUE LO PERFECTO

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

“Mejor es callar y que duden de tu poca sabiduría, que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello” (Abraham Lincoln). La prudencia nos indica cuándo hablar y cuándo es mejor callar. El Papa Francisco dedicó su Audiencia a la virtud de la prudencia que, junto a la justicia, la fortaleza y la templanza, forman las virtudes cardinales, tratadas desde la antigüedad por Sócrates, Platón, Aristóteles y los filósofos griegos.

A veces se entiende erróneamente la prudencia como una actitud temerosa y titubeante que lleva a no actuar. Pero la persona prudente es creativa: razona, evalúa, trata de comprender la complejidad de la realidad y luego actúa. No se deja llevar por emociones, pereza, presiones o ilusiones. La prudencia pone la acción en manos de su inteligencia y de su libertad.

2)  Para pensar

Un empresario quería saber si su hijo estaba suficientemente maduro para poder traspasarle todos sus negocios. Para ello invitó a cenar a su anciano profesor de filosofía para que lo conociera. Cenaron los tres y al término, se quedaron solos el empresario con su profesor. “¿Y bien?”, le preguntó al filósofo. “Aún le falta madurez a tu hijo, amigo”, fue su respuesta. “Pero, ¿cómo lo sabes?”, preguntó. “Porque le puso sal a la comida antes de probarla. No sabía si necesitaba sal o no, y sin embargo se la puso. Eso quiere decir que actúa sin saber, sin pensar. Quien así actúa se puede equivocar mucho”. El empresario supo que su maestro tenía razón, y alabó su perspicacia.

Se precisa pensar antes que actuar. Aristóteles decía que el rasgo distintivo del hombre prudente es el ser capaz de deliberar y de juzgar de una manera conveniente. En esa línea Santo Tomás la llamó “la recta razón en el obrar”, y por eso recibe el sobrenombre de “conductor de las virtudes”.

3)  Para vivir

Es frecuente que aunque se sepa la teoría, en la práctica se dude cómo obrar y no se sepa elegir. En esos momentos no es razonable dejarlo al azar y que la suerte la decida con una moneda. La prudencia aconseja medir las situaciones, recordar experiencias pasadas, pedir consejo y poner los medios adecuados para conseguir lo decidido, sin dejarse llevar por la pereza o la superficialidad. La prudencia es la cualidad de quienes están llamados a gobernar, pues sabe armonizar los muchos puntos de vista.

La prudencia enseña también que, como se suele decir, “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Cuando hay demasiado celo, o se pretende tal refinamiento, suele llevar a que nunca se termine lo comenzado. Los proyectos en algún trabajo o los personales pueden requerir ir despacio, y no por un afán desmedido de obtener frutos que lleve a tensionar y acabar por frustrarlos.

En varios pasajes del Evangelio encontramos enseñanzas de Jesús que nos ayudan a crecer en la prudencia. Por ejemplo, cuando describe al hombre sensato que construyó su casa sobre roca, y la del insensato, que la edificó sobre arena. Jesús les recomienda a sus Apóstoles que “sean prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas”. Invitando a ser santos, pero inteligentes, porque sin prudencia, es fácil equivocarse de camino, dice el Papa Francisco. Hay que saber elegir el camino que conduce al bien y a la vida verdadera. (articulosdog@gmail.com)

martes, 9 de abril de 2024

EL ARTE DE ESCRIBIR

                                                                              Raúl Espinoza Aguilera

La capacidad de escribir un artículo, un ensayo o un libro, no es algo que se improvise, sino un arte que hay que cultivar con esmero y dedicación. Relato mi propio itinerario como escritor, porque considero puede ser de provecho para algunos lectores.

Recuerdo cuando estaba en el primer semestre de la Carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fui invitado a colaborar en las páginas editoriales del diario “El Heraldo de México”.

En ese entonces vivía en una Residencia Universitaria junto con 90 estudiantes. Por esos días ocurrió un suicidio colectivo en la Guyana, concretamente en el poblado de Jonestown, guiados por un exaltado líder.

Me pareció buen tema para escribir un artículo. Sin embargo, una vez publicado, en aquella Residencia, comencé a recibir comentarios, del tenor como: “En el fondo,  ¿qué fue lo que quisiste decir?”

De un Doctor en Filosofía recibí un provechoso consejo: “Te recomiendo que, para escribir un artículo, no lo llenes de citas eruditas. Ya que lo conviertes en un texto arduo y de difícil comprensión”.

Un Catedrático en Derecho me dijo: “Me parece que te explayas demasiado en el tema, pero te falta concluir de manera contundente y concreta”.

El detonador de que tenía que cambiar en mi forma de escribir, fue cuando un amigo paisano me comentó: “Para tu consuelo, yo fui el único que comprendió tu artículo de los 90 que vivimos aquí”.

De esta manera, me di a la tarea de buscar a maestros de la pluma, por ejemplo, de la “Generación del ‘98”: Antonio y Manuel Machado, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Azorín, Miguel de Unamuno, Ramón Valle-Inclán, etc. que impusieron un nuevo estilo de escribir: claro, sobrio, sencillo, transparente. En lo personal, me habían llamado mucho la atención por escribir de esta manera: “sujeto-verbo y predicado” y así el resto de las oraciones.

Las primeras obras literarias de Camilo José Cela, como “Viaje a la Alcarria”, un sencillo paseo caminando, que el autor lo convierte en un relato cómico, y “Escenas Matritenses”, que describe el modo típico de hablar de la gente sencilla que desempeña un oficio, Cela lo hace con tanta gracia, que al lector le suele dar un ataque de risa.

Descubrí que la espontaneidad y el buen humor son características de gran valor. Sobre todo, si proviene, de la gente llana y sencilla.

Por supuesto, tomé como ejemplo a nuestros brillantes literatos mexicanos, como: Juan Rulfo (“El Llano en Llamas”), Juan José Arreola (“El Guardagujas”), Carlos Fuentes (“La Región Más Transparente”), Rubén Marín, etc.

De manera que, además de escribir sobre temas serios, solía irme al zoológico, a Chapultepec, al Zócalo, a diversos museos, y reflexionar sobre las virtudes y valores de nuestro pueblo mexicano y recoger anécdotas divertidas. Claro está que este cambio fue bien recibido por muchos lectores.

En un libro que escribí, titulado: “Cómo fomentar el amor en la familia” me decía una prima que en dos tardes se lo había leído. “Fue como si tuviéramos una conversación de café (de dos sesiones) y sin sentirlo fui devorando aquellas amenas páginas”.

Otro libro titulado: “#Mejores Familias”, me comentaba un amigo Notario que para aprovechar mejor sus traslados por la Ciudad de México tenía un ejemplar y solía dejarlo en el primer asiento de su camioneta. Su chófer le comentó que también lo estaba leyendo -en sus tiempos libres- que le había gustado mucho y quería adquirir un ejemplar. De inmediato, le comenté a mi amigo Notario que, con mucho gusto le regalaría mi libro a su chófer, además con una dedicatoria.

De esta forma me di cuenta que el estilo sencillo, alegre, imbuido de buen humor,   lleno de anécdotas divertidas, se convertían en textos asequibles a todo público.

 

 

lunes, 8 de abril de 2024

VENCER EL TEMOR A LA MUERTE

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Una niña, Anita, le dijo a su padre, al ser arropada en su cama para

dormir, que tenía mucho miedo de morirse. Su padre le preguntó:

“Anita, cuando viajamos en un tren, ¿te fijaste cuándo nos dan los

boletos?” Le respondió: “Sí, justo antes de subir al tren”. Su padre le

explicó: “Así es. No tenemos el boleto, hasta que lo necesitamos. Eso

pasa con la muerte. Dios te dará lo que necesites cuando llegue el

momento. Por eso no temas. Dios estará ahí para darnos lo necesario

para hacer ese viaje y, además, ¡para acompañarnos!”

Uno de los mayores temores del hombre es la muerte. Porque sabe

que nadie escapa a ella, y se separa de quienes ama; es entrar a lo

desconocido. También por sufrir la separación del cuerpo y el alma. La

cultura moderna no tiene medios para enfrentarnos a la muerte. En

cambio, la fe cristiana nos ofrece recursos asombrosos y suficientes.

En este tiempo pascual la Iglesia nos recuerda que Cristo ha vencido

a la muerte: ¡Ha resucitado! y nos invita a que nosotros también la

venzamos con Él. El Papa Francisco recordaba que las mujeres que

fueron al sepulcro de Jesús, temían no saber cómo quitar la gran piedra

que lo sellaba. Sin embargo, al llegar miran que estaba quitada. Esa

piedra, dice el Papa, también está en nuestros corazones: es la

desesperanza, desconfianza, nuestros miedos y amarguras, que bloquea

el camino hacia la alegría y la esperanza. Y Jesús tiene el poder de

destruir esa piedra.

2) Para pensar

A lo largo de la vida, dice el Papa Francisco, nos encontramos

“escollos de muerte”, situaciones que nos roban el entusiasmo y la

fuerza para seguir adelante: los sufrimientos; la muerte de seres

queridos; fracasos y miedos que nos impiden realizar el bien; muros de

egoísmo y de indiferencia; los anhelos de paz quebrantados por el odio

y la guerra. Pareciera que nuestros sueños están destinados a hacerse

añicos y nos preguntamos angustiados: ¿quién nos quitará la piedra del

sepulcro?

Si nos dejamos llevar de la mano por Jesús Resucitado, ningún

fracaso o dolor, ni la misma muerte, tiene la última palabra sobre el


destino de nuestra vida; ninguna derrota podrá detener nuestro camino

hacia la plenitud de la vida. El Salmo 23 nos invita a confiar en Dios:

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno

porque tú estarás conmigo”.

3) Para vivir

Dice Hamlet en la obra de Shakespeare que teme algo después de la

muerte, pues es «el país sin descubrir y de cuya frontera ningún viajero

regresa». Pero se equivoca, ya regresó alguien y ese es Jesús

Resucitado. El temor a la muerte que nos esclaviza, Jesús lo ha vencido

para liberarnos, para que pasemos de las tinieblas a la luz, de la muerte

a la Vida.

Comenta un erudito bíblico, William Lane, que al decir que Jesús es

“pionero” de nuestra salvación, se podría traducir mejor por: «nuestro

campeón». Es nuestro representante, tomó el castigo que merecemos

por nuestros pecados, y se enfrentó a nuestros mayores enemigos: el

pecado y la muerte. Y los venció. Jesús es el verdadero Campeón que ha

vencido a la muerte, que nos perdona y cubre con su amor. Entonces

podemos decir con San Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?

¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?” (1 Co 15:55). (articulosdog@gmail.com)

martes, 2 de abril de 2024

PARA ALCANZAR LA PLENITUD

 Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

"Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento" (Jacinto Benavente). Llegar a tener un gran prestigio y destreza en cierta área, sea deporte, ciencia, empresa…, por lo común ha llevado mucho esfuerzo y dedicación. Lo mismo sucede para adquirir una virtud.

Después de haber tratado sobre los diversos vicios, ahora el Papa Francisco comenzó sus reflexiones sobre aquello que se opone al mal: la virtud. Los filósofos romanos la llamaban virtus y los griegos aretè. El término latino subraya que la persona virtuosa es fuerte, valiente, capaz de disciplina y ascetismo. A su vez, la palabra griega aretè, indica algo que sobresale, que suscita admiración.

El corazón humano puede complacerse en malas pasiones o caer en tentaciones nocivas que vienen disfrazadas con vestidos seductores, pero cuenta con su libertad y puede oponerse a todo esto. Aunque cueste esfuerzo oponerse al mal, hemos de recordar que el ser humano está hecho para el bien, pues sólo así se realiza verdaderamente. Después de practicar los actos buenos, aunque cuesten sacrificio, se forma en la persona una disposición permanente que facilita realizarlos, y es cuando se puede decir que ya es virtuosa. Todo obrar repercute: el vicio desnaturaliza y deforma; en cambio, la virtud realiza plenamente su ser. El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una definición precisa y concisa: "La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien" (n. 1803). No es, por tanto, un acto improvisado y casual, sino algo propio de la persona.

2)  Para pensar

Napoleón obtuvo en la batalla de Austerlitz una de sus más brillantes victorias en diciembre de 1805. Los franceses ocuparon Gratz. A pesar de haber sido derrotados, el Príncipe Lichnowsky quiso ganarse el favor de los franceses e invitó al general francés, que había tomado la ciudad, a una velada musical. Quiso valerse de su amigo Beethoven, que se hospedaba en su palacio, para que tocara unas piezas al piano. Beethoven se negó, pero aun así el Príncipe invitó al victorioso general y a otros altos cargos creyendo que el compositor cedería. Pero no fue así. Beethoven abandonó en secreto el castillo y le dejó una carta en la que explicaba que no podía tocar para los enemigos de su patria y añadía: "Príncipe, lo que es usted, viene determinado por su circunstancia y por su nacimiento. En cuanto a mí, yo soy dueño de mí mismo. Soy un gran músico porque he luchado, me he esforzado y me he dejado la piel toda mi vida... Príncipes ha habido y habrá miles; Beethoven solo hay uno."

En esas palabras Beethoven mostraba que el talento adquirido no fue fácil, tuvo que “dejar su piel” para llegar a ser el gran músico que fue. A veces queremos un triunfo fácil, sin pensar que se requiere de lucha.

3)  Para vivir

En estos tiempos dramáticos, la solución está en redescubrir la virtud. Si practicar la virtud fuera lo normal, el mundo sería feliz. Los santos fueron virtuosos, pero es un error pensar que son excepciones. Fueron personas normales que pusieron su esfuerzo y, con la gracia de Dios, alcanzaron la plenitud siendo ellos mismos, alcanzaron a lo que está llamado toda persona: a la santidad. (articulosdog@gmail.com)